Cada interrogante se enredaba en mi cuello provocándome hypoxia y confusión suprema, por eso me vi obligada a llevarte al abismo y comprobar si se desplegaban tus alas, pero ahí no había nada. Hoy me ahogo en esta confusión. Con una sonrisa busco lo que quiero volver a sentir, que dista mucho de lo que estoy sintiendo. Y es que te echo en falta. Nuestras rutinas se han reducido a ausencias, tu tiempo ahora ya no está pendiente del mío.
Cada poro de mi piel te echa de menos y me recuerda lo que nunca tuve. Las risas son silencios en nuestras calles, no hay deseo en los rincones. Sigilosos, los centímetros de mi cuerpo se repliegan rindiéndose a la evidencia y me enredo en mi cama donde una vez tuve el espejismo de sentirte cerca.