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La felicidad al menos con mayúscula no existe.

Mario Benedetti., Momentos, Poemas, soledad, Pensamientos de soledad, Después, Alegría, Amor, Silencio, Labios, Poemas,

Soledades de Mario Benedetti.

Ellos tienen razón esa felicidad al menos con mayúscula no existe ah pero si existiera con minúscula seria semejante a nuestra breve pre-soledad. Después de la alegría viene la soledad después de la plenitud viene la soledad después del amor viene la soledad ya se que es una pobre deformación pero lo cierto es que en ese durable minuto uno se siente solo en el mundo sin asideros sin pretextos sin abrazos sin rencores sin las cosas que unen o separan y en es sola manera de estar solo ni siquiera uno se apiada de uno mismo los datos objetivos son como sigue.

 Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos. Claro que la soledad no viene sola si se mira por sobre el hombro mustio de nuestras soledades se vera un largo y compacto imposible un sencillo respeto por terceros o cuartos ese percance de ser buena gente. 

Después de la alegría, después de la plenitud después del amor viene la soledad conforme pero que vendrá después de la soledad A veces no me siento tan solo si imagino mejor dicho si se que mas allá de mi soledad y de la tuya otra vez estas vos aunque sea preguntándote a solas que vendrá después de la soledad. 

-Poema de Mario Benedetti.


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Ahí van mis sueños, rumbo a ninguna parte, espero que algún día se cumplan, que alguien los recoja y los mime.

Deseos, sueños, Citas de recuerdos, Labios, Sueños Rotos, Preguntas sin respuestas, Vivir Para Volar, Motivación,


Nunca pedí un solo deseo, sino tantos como era capaz de recordar mientras hinchaba mis pulmones de aire y, poco a poco, lo dejaba escapar entre mis labios. 

Veía como volaban… y pensaba “Ahí van mis sueños, rumbo a ninguna parte, espero que algún día se cumplan, que alguien los recoja y los mime.”

Aún no sé por qué, pero siempre que lo hacía, nunca quedaba limpio, siempre quedaba uno imposible de arrancar. Y hoy lo entiendo. 

Por muchos sueños que deje volar, siempre me quedará alguno por lanzar y alguno por cumplir. Y es que una vida sin sueños no podría vivirla…quiero quedarme siempre con uno.

Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices.


Es necesario correr riesgos. Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.  Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros. La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a afrontar muchas desilusiones…., pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe. Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar atrás -porque siempre miramos hacia atrás- oirá que el corazón le dice: “Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida”. Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado. en “A orillas del río Piedra me senté y lloré” ✿*¨*•.¸❤ PAULO COELHO ❤¸.•*¨*✿


Es necesario correr riesgos. Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. 

Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros. La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a afrontar muchas desilusiones…., pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.

Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar atrás -porque siempre miramos hacia atrás- oirá que el corazón le dice: “Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió?


 Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida”. Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado. en “A orillas del río Piedra me senté y lloré” .
 ✿*¨*•.¸❤ PAULO COELHO ❤¸.•*¨*✿

Es necesario correr riesgos. Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.  Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros. La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a afrontar muchas desilusiones…., pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe. Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar atrás -porque siempre miramos hacia atrás- oirá que el corazón le dice: “Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida”. Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado. en “A orillas del río Piedra me senté y lloré” ✿*¨*•.¸❤ PAULO COELHO ❤¸.•*¨*✿