Te deje ir, como al invierno, como a esos sentimientos que duran, como a esos recuerdos que solo se entierran entre lágrimas. Te deje ir para que volvieras cuando quieras, para que lo hagas por voluntad o amor, para que me extrañaras al menos y sintieras lo que siento en tiempos de ausencia. Te dejo ir para que seas feliz, para que sonrías cuando veas salir el sol por el horizonte, para que me hubieses visto volver con el ocaso. Dejarte ir fue todo esto y más.
Dejarte ir fue dejar ir una parte de mi que se consolido en tu piel, fue marchitarme en el olvido y renacer de las cenizas de todas aquellos mensajes borrados que algún día fueron poesía en tus oídos y sonrisas en mis labios. Renacer para encontrarte, para que me hubieses conocido otra vez y me hubieras querido como no lo habías hecho antes, para que me miraras a los ojos y al ver a través de mi pudieras sentirte como en casa, para que me notaras, para que hubiese sido especial en tu vida y no una más.
Necesitaba verte sonreír, verte feliz, verte, lo que necesitaba era verte. Y no creas que no se como funcionaba todo, sabia que para cuando todo esto pasase, ibas a estar del otro lado del carril en una estación de tren, ignorándome, como si nunca nos hubiéramos conocido, como si se hubiese borrado el tiempo. Y mirarte, mientras te ibas, mirarte y saber cuan imposible resultaba tenerte como aquella vez. y lo desconcertante que era saber que fue un error dejarnos ir, alejarnos uno del otro es y siempre será un error que me quemará la conciencia. Irreversible, un daño sin cura.
Te tuve y te deje ir, te vi marcharte sin saber si lloraste al darme la espalda, sin comprender la dimensión de tu dolor, sin querer ver que en verdad no di lo suficiente de mi por ti. Me dejaste ir y sólo me quedaron remordimientos y excusas maltrechas para ocultar la cicatriz en la que te llevo conmigo todos los días, vaya donde vaya, siempre conmigo. Cuando pensé que algo cambiaría, que al menos algo volvería a ser lo que era, no estaba realmente pensando con la cabeza, sino más bien con el corazón.
Así meses después, todo sigue siendo igual más allá de todos los cambios que haga. Estoy intentando basarme en nuevas experiencias de vida, en quizás nuevas mentiras y engaños que esta vez nadie pueda notar. No me culpen, es un mecanismo de defensa que automáticamente se activa cuando las cosas van lo suficientemente mal. Y no deseo estar así, lo juro, estoy intentando dar marcha atrás o quizás, ir hacia adelante sin darle prestarle atención al pasado.
Me auto convenzo de que intentar vale la pena. Muchas veces me supera saber que nadie realmente crea en mi, pudiendo con todo, estando bien o feliz. Y hablo de alguien que sepa que sucede conmigo, y qué no, no de aquellos que se acostumbraron a verme con una sonrisa en la cara simulando que no pasa nada. Me gustaría que alguien apareciera en mi vida y me dijese que todo va a estar bien y que de hecho, lo crea. No que sea sólo una mentira. Porque cuando no hay nadie teniendo expectativas en uno, es mucho más difícil.
Ya no eres solo tu la que no cree en que vas a poder, sino que ya nadie espera que puedas. Y si ya nadie espera que nada cambie, no quedan esperanzas. Que no me vengan a mí con que soy una persona triste, con que todo lo veo negro porque la verdad es que todos me llevan a la misma conclusión.
Alguien me demostró que tenía que dejar mis "malos hábitos" atrás por el bien de los demás y por sobre todo el mío. Lo escuché, y aun cuando caí en la cuenta un poco tarde, lo escuché. Y he estado intentando un sin fin de formas para no pensar en eso, en definitiva, intento engañar a mi cabeza con sus pensamientos profundos para que deje de pensarlos. Distraerla por el momento para que olvide, para que invente ella el término olvido y pueda borrar todas las heridas.
Por un momento, creí que comenzaba a surtir efecto, quiero creer que mis esfuerzos están ayudando a la situación y están sacándome del pozo negro en el que estaba. Y no se en quien confiar. Ahora, si bien todos me quieren ver sana y sonriente, ellos mismos buscan un motivo por el cual mis esfuerzos por estar bien dejen de valer la pena.
Y todo relativamente, de un minuto a otro, luego de escuchar esos pequeños e insignificantes comentarios hirientes que me dedican con todo su afecto y cariño, seria y entendiblemente de mi parte comienzo a querer mandar todo bien a la mierda. No necesito ahora a alguien que me diga que no soy y debo ser, estoy cansada de escuchar a todo el mundo reclamarme cosas, pedirme que sea así o asa. Soy como soy, si te gusta bien y sino, también. Tu me cambiaste, no lo niego, pero no quiero seguir siendo alguien que no quiero ser.