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Mañana tendré que calzarse los tacones, levantarme, para comerme el mundo. Sola.

Decisiones, Madres solteras, Mañana, Así somos las mujeres, Mujeres cabronas, Momentos de la vida, Pensamientos de tristeza, Pensamientos de soledad,

Cuando una mujer pierde a alguien que ama, el día se le apaga y a sus horas se le adhiere una substancia viscosa y negra, que por más que intente no puede despegar de todos los recovecos de la memoria. La tristeza cae a cántaros, le llena los espacios y la inunda hasta la boca. La mujer intenta nadar, pero por más que se esfuerza no logra salir a flote y termina dándose por vencida, hundiéndose de a poco e intentando tocar el fondo para tomar impulso y alcanzar la superficie.

 Detrás de las nubes un conejo monta la luna y le deja caer estrellas, pero el dolor de la mujer es grande y sólo siente la lluvia y las lágrimas. El corazón se le astilla y los vidrios se le clavan en la piel ardiente, que sangra y sangra pero ella ni se preocupa por ocultar las heridas. Las piernas se le van languideciendo de a poco. La mujer se cansa y se recuesta.

 Quisiera tirarse sobre la hierba y ser absorbida por la tierra. O quizás devorada por las aguas. Pero su cuerpo sigue ahí. Con los brazos caídos, las manos apuntando hacia el suelo, queriendo escarbar con los dedos en la tierra para buscar a aquel que se le ha ido, mientras ella sigue ahí, con ganas de dormir, de escaparse, de morir.... pero ella sigue ahí. 

Ella sigue acá y por la mañana no podrá acostarse a dormir la siesta. Ni encerrarse en el baño a llorar. Ni escaparse a cualquier lado para no pensar. No. Mañana tendrá que calzarse los tacones y levantarse para comerse el mundo. Sola. Por eso es que no quisiera estar en los zapatos de esta mujer.

Mañana tendré que calzarse los tacones, levantarme, para comerme el mundo. Sola.


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