14 de Agosto, 2016
Voy e escribirte… porque es lo que mejor se hacer, porque es la única manera que tengo para que tu extraña sensación dentro de mi desaparezca, esa que tú engendraste en mi sin que yo me diera cuenta, y que ahora siglos después he descubierto que solo tú eres capaz de activar ese sensor que me hace querer salir corriendo.
Lo cierto es que te echo de menos. Te echo más de menos que antes de todo aquello que paso. Tu sonrisa, las locuras y esa las ganas de siempre reír sin parar. Te echo de menos a ti y lo que eras en mi. A nuestra particular relación sin empezar, sin terminar, pero con tanto que compartir.
Quizás hoy, no hubiera dejado irse todo aquello. Quizás hoy puede que igualmente nuestros caminos se hubieran separado y yo hubiese seguido luchando. Aun recuerdo cómo querías todo de mí y cómo te conformabas con lo mínimo. ¿Dónde te fuiste? No se, lo que si se, es que ya nunca serás el mismo. Lo vi en tus ojos y lo reconozco en cada minuto que pasa y todo ha acabado olvidado para siempre.
Probablemente, solo seas una gran historia que siempre podré recordar mientras se me pone la carne de gallina. Quizás, solo conocí esa parte de ti que rozó lo agradable, hermoso y placentero de mi.
Y ahora después de releer esta carta que nunca recibirás solo me pregunto: ¿Cuándo será el puto día que te deje de escribir y recordar?.
Nunca más tuya.
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