En la escuela no me enseñaron a amar, a enamorarme, no me enseñaron la fórmula de ser feliz y sonreír cuando todo va mal. Tampoco me enseñaron la forma de levantarme cuando el suelo se derrumba bajo mis pies o me caía.
No me enseñaron a hacer las cosas bien ni a caminar sola. Ni lo que se supone que debo hacer cuando quiero gritar y siento que no tengo voz ni gente a mi alrededor para escucharme. Desearía tanto incluir a otras personas en este mi mundo tan pequeñito. Lástima, a no muchos parece importarles.