Así somos. Cuando alguien nos ha defraudado, herido o traicionado, pensamos que tenemos que hacérselo pagar. Creemos que así haremos justicia. Consideramos inaceptable lo que ha hecho y esa rabia nos mantiene atados a la situación y a la persona que nos ofendió. En vez de perdonarla y soltarla, nos atamos más a ella, nutriendo el resentimiento. Y al hacerlo, somos injustos con nosotros mismos: nos mantenemos en el infierno de nuestro fuego interior.
El odio afecta a nuestra salud, envenena nuestro corazón, mata nuestra paz interior, nos seca de amor y felicidad. El odio es una emoción “incendiaria”, destruye la concentración y mata la capacidad de actuar con dignidad y excelencia.
HERMOSAS PALABRAS AMIGA!!! ☸ڿڰۣ GRACIAS POR COMPARTIRME TAN LINDO ESPACIO☸ڿڰۣ
ResponderEliminarDonde estas? Hace tiempo no se de ti.
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