El día más feliz de mi vida fue cuando me di cuenta de que no importaba si bailaba bien o bailaba mal, si me sabía los pasos o no me los sabía, si me equivocaba o no me equivocaba, si aprendía rápido o era lenta en recordar. El día más feliz de mi vida fue cuando me di cuenta de que lo único que realmente importaba era lo que yo era capaz de dar de mi misma en cada danza, en cada paso, en cada nota.
El día más feliz de mi vida fue cuando me di cuenta de que nada ni nadie podía borrar la sonrisa de mi cara, cuando ésta nacía desde lo más hondo de mi corazón. El día más feliz de mi vida fue cuando me di cuenta de que estaba agradecida a la vida por todo lo que me sucedía, daba gracias a todo y a todos, nada sobraba y nada faltaba.