Fui lastimada, una y otra vez. Me dejé hacer algunas de las muchas cicatrices que llevo en la piel, y muchas otras, me las infringí. Quería ser querida, quería que la gente, aquel hombre y mis conocidos me quisieran.
Lo quise con tanta desesperación que dejé de respetarme, de quererme, olvidé que soy humana y me duele que me pongan en segundo lugar, que no les importe si me duele, que le de igual tenerme a su lado, que un día me quería y al otro, me despreciaba.
Me han matado, pero sobreviví. Y ahora soy yo quien debe llevar las heridas día a día como marcas que el tiempo grabo en mí, como si no fuesen las huellas que dejaron quienes me lastimaron, quienes rompieron mi corazón y dejaron los restos para que los recoja.
Me dicen que abra mi corazón, que confíe, que no me dañarán pero todos en el fondo sabemos que cuando uno confía, es cuando las peores cosas pasan. Abrir el corazón significa estar dispuesto a perder.