A ti que conseguiste lo que aún no había conseguido el invierno de la ciudad, dejarme helada. Mis pasos se detuvieron por pura estupefacción, y me invadió el peso, de un por qué gigante que callé porque lo único que deseaba era escupírtelo a la cara.
Esta vez sí fuiste explícito, por lo que se, me negué la tentadora posibilidad de interpretarte a mi antojo. Si no fuera porque no tengo intención de limitarte en las pocas ocasiones que tienes la vocación de enseñarme tu corazón, te indicaría que a veces es mejor quedarse callado porque amor mío, "Doler por amor al arte debería estar prohibido."
Yo cría que ya lo estaba. Abrazos
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