Renunciar a los propios sueños implica darle la espalda a la felicidad: quien no lucha por cumplirlos está condenado al fracaso el ciento por ciento de las veces. Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación, y la pobreza de la realidad.
Escrito de Ninon de Lenclos