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Este odio venía tan lleno de amor, que me resultaba insoportable.
Una mañana desperté odiándote, pero no era un odio como cualquier otro, como el que se siente con la traición, este odio venía tan lleno de amor, que me resultaba insoportable. Entre mis lágrimas, supe que no debía lamentarme, mucho menos reprochar y decir la conocida frase: "Creí que me querías”, ya no serviría para nada.
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