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Este odio venía tan lleno de amor, que me resultaba insoportable.
Una mañana desperté odiándote, pero no era un odio como cualquier otro, como el que se siente con la traición, este odio venía tan lleno de amor, que me resultaba insoportable. Entre mis lágrimas, supe que no debía lamentarme, mucho menos reprochar y decir la conocida frase: "Creí que me querías”, ya no serviría para nada.
He comprendido que para amar a otro, antes tenía que amarme a mi misma.
He comprendido que para amar a otro, antes tenía que amarme a mi misma. No obstante, persiste la idea de que amarse a uno mismo
es un sentimiento egocéntrico, infantil, destructivo... pero la lógica nos dice que sólo podemos ofrecer lo que poseemos y que lo máximo que poseemos es nuestra capacidad de dar...
Cuando me refiero al amor, me refiero a ese amor que nada tiene que ver con lo carnal, me refiero a un amor espiritual, incondicional... sin esperar nada a cambio...
Esto no significa tener que hacer balance de quién hizo qué y quién hizo más. Habrá ocasiones en que daremos más de lo que nos dan, pero habrá momentos en que necesitaremos y recibiremos más de lo que nosotros somos capaces de dar.
Contar los tantos implica una competición deportiva, no una mutua relación de apoyo. El verdadero amor requiere dar a la otra persona sin pensar quién se queda la mejor parte.
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