Personas que se eligen cada mañana para seguir caminado juntas por la vida, y construir así un amor sin fecha de vencimiento. No solo el 14 de Febrero es el Día del Amor. Cuando amas de verdad el amor se celebra los 365 días al año.💗
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Cuando amas de verdad el amor se celebra los 365 días al año.💗
Personas que se eligen cada mañana para seguir caminado juntas por la vida, y construir así un amor sin fecha de vencimiento. No solo el 14 de Febrero es el Día del Amor. Cuando amas de verdad el amor se celebra los 365 días al año.💗
Perdonar es limpiar los desechos que otra persona dejo en nosotros.
Y al final tienes un cúmulo de cosas negativas luchando por recuerdos positivos.
Quizá alguna vez recuerdes ese amigo de paso, pero no trascenderá. Solo se queda en eso. Hay otras personas que llevas contigo siempre, aunque no las puedas ver todos los días, aunque incluso pasen meses da igual, son personas que han calado hondo, han dejado huellas y pase lo que pase, siempre te acordarás de ellas. Incluso aunque a veces el recuerdo duela. Es inevitable.
Si una marca se graba con fuego, no se puede quitar. Y luego están otras personas, que empiezan siendo amigos, gente con la que compartes muchas cosas, risas, noches, días, películas, llantos, miles de cosas. Gente con la que te sientes bien, pero un día las cosas se tuercen. Las personas cambian, nosotros cambiamos, y si el cambio se produce por ambas partes, se produce una escisión en la amistad, una rotura por ambas partes, por lo que se nota menos.
Sin embargo si el cambio solo viene de parte de uno entonces surgen la distancia y el dolor, porque es solo uno el que ve. Porque uno no puede luchar por acercarse cuando el otro solo le pone barreras. Puedes tener paciencia, pero seamos realistas, la paciencia no cura las heridas, y no puedes esperar eternamente a que esa persona que era, aparezca de nuevo. No va a aparecer porque si ha cambiado ha sido por algo, quizá simplemente ha dejado una parte de su ser de lado, la pena es que sea la parte que te hacía estar ahí por él (o por ella). Cuando eso pasa te ves en una situación complicada.
Tienes muchos recuerdos buenos, pero tienes también muchas rencillas producidas por el cambio. Rencores, o frases que te has callado por hacer caso a la paciencia (que a escondidas de todos te susurraba: no digas nada, tiene un mal día, no le des importancia a tal o cual comentario). Y al final tienes un cúmulo de cosas negativas luchando por recuerdos positivos.
Estás en guerra, una guerra que si no acabas te hace meterte en un círculo difuso que parece no tener fin (por algo los círculos son infinitos). No le dices nada porque ya apenas le ves pero si tienes oportunidad de verle luchas por estar callado y no causar problemas (porque para una vez que le ves no merece la pena gritar).
Entonces asumes la realidad, que ese amigo con el que tienes años de recuerdos ya no está, y lo que más duele, no va a volver. Te das cuenta de que solo compartís los mismos silencios incómodos, que es eso lo que tenéis en común, las pausas eternas donde nadie dice nada porque ninguno se atreve a lanzar ,al aire o a la cara, la excusa adecuada para rechazar la invitación ( y así no tener que verse) Y cuando descubres todo esto, cuando te paras a pensar y ves lo que fuisteis y lo que nunca más volverás a ser, te envuelve una nostalgia extraña.
Pero el tiempo pasa, y al final lo que es nostalgia se convierte en indiferencia. Aunque es cierto que a veces esa indiferencia viene porque, el cambio ha producido tantos golpes, que ya eres inmune. Eres inmune a las frases mal dichas, a desprecios, desplantes y a cualquier cosa que pueda herirte.
Y con esa indiferencia como arma podrías romper el círculo, pero en realidad no se rompe. Sigue ahí, con el silencio de palabras que todo el mundo sabe pero nadie se atreve a decir. Bueno yo creo que ya es hora de decir algo, algo que me he dicho a mi misma: Felicidades, has perdido un amigo.
La parte positiva es que, no merece la pena ponerse triste. Si se ha ido, ha sido por cuenta propia. Uno solo no puede tirar del carro. Esto es ley de vida. Y como último consejo: las cosas nunca vuelve a ser como antes. Nunca. Mejor asumir y seguir sonriendo junto a las personas que de verdad quieran tu sonrisa. Estas son mis reflexiones de hoy.
Callé TE QUIEROS, que por miedo, se quedaron en el aire.
Callé te quiero, que por miedo, se quedaron en el aire.
Callé verdades por no hacer daño. Abracé a personas que NO SE MERECÍAN ni el roce de mi piel.
y aprendí poco a poco en qué consiste vivir. Y el secreto está en: "NO ARREPENTIRSE DE NADA."
¡Anoche, bajo un cielo plagado de estrellas, en la soledad de la noche, volví a agradecer a la vida por tanto y tanto.!!
Sin ninguna duda, lo más sorprendente para mí y lo que más me ha marcado estos últimos meses, ha sido el ver cómo se tambaleaba bajo mis pies algunos de los cimientos sobre los que había construido mi vida. Aprender a caminar por la vida guardando silencios, practicando el oficio de soltar algunas de las cosas a las que me había ido aferrado sin darme cuenta, y aceptar su pérdida.
Tengo que reconocer que he llorado mucho en estos meses y que tuve que aprender a vivir con muchos miedos nuevos que nunca había experimentado, y aprender a enfrentarme a ellos para seguir caminando.
A veces me tambaleaba y, cuando estaba a punto de caer, conseguía abandonarme a la vida, acallar mi mente, incluso ir más allá del corazón, más allá de mí misma, más allá del más allá. Entonces me sentía renacer y el único sentimiento que me embargaba era el de la profunda gratitud a la Vida por su infinita generosidad.
Voy, vengo, vengo, voy, hoy me pierdo, mañana me encuentro y me vuelvo a perder. Pero ¡Anoche, bajo un cielo plagado de estrellas, en la soledad de la noche, volví a agradecer a la vida por tanto y tanto.! Y, mirando ese cielo, volví a reconocer en cada estrella a cada amigo y en cada amigo, cada sueño compartido y cada abrazo.
Estamos solos, es verdad. En el fondo, todos lo sabemos. Pero qué dulce es saber que aunque caminamos solos siempre hay una estrella que te guía y un amigo que te abraza y sueña contigo. Y, de repente, ya no tienes miedo. Tan solo, esa infinita gratitud que aletea con cada latido de tu corazón y con cada bocanada de aire que respiras.
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