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Vivimos en un mundo donde cada vez hay menos margen para soñar.

 

Vivimos en un mundo donde cada vez hay menos margen para soñar.


Vivimos en un mundo donde cada vez hay menos margen para soñar. Llevar una vida intrascendente es tan sencillo como dejarse arrastrar por la rutina y aceptar que de nuestra existencia no hay que esperar grandes cosas. A no ser que un día, cansados de tanta mediocridad, nazca en nosotros el imperioso deseo de convertir en realidad todos aquellos sueños que se vieron truncados cuando alguien nos convenció de que la vida no era como la imaginábamos ni tan bonita.

Si alguien me gusta más que tú, esa soy yo.

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Tranquilo amor, sabes que aparento ser más fuerte de lo que en realidad soy, no derramaré una lágrima frente a ti, ni diré que me duelen tus palabras, ni tu nueva conquista, más bien te alentaré a seguir adelante, descubriendo todas esas cosas buenas que te presenta esta oportunidad.


Sabes dentro de todo este mar de sentimientos que me afligen, también hay un poco de alegría, porque me doy cuenta (y ya era hora) que no soy la clase de mujer que te gustan. Yo soy de la clase de mujer 'normal' de esas que pasan desapercibidas si las vez en la calle.


No me visto con esa ropa sexy que suelen llevar tus acompañantes, tampoco se me da lo de hablar de pinturas de uñas y maquillaje, ni lo que esta de moda.
Por eso es bueno agradecerte que hoy rompas todas las ilusiones que alguna vez puede crear entre nosotros, porque nunca voy a ser la chica de tus sueños (qué bueno).  Me faltan muchos atributos físicos para eso.


A tu nueva chica y a mí nos separan miles de kilómetros y no solo de distancia, yo nunca trataría de ser como ella para gustarte, pues iría contra todos mis principios y mi desenfadada forma de ser.
Sabes si alguien me gusta más que tú, esa soy yo… por eso te agradezco.

Nunca nos dijimos para siempre, pero tampoco hasta nunca.

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Nunca fuimos de esos que hacen las cosas como se han de hacer. Nunca fuimos juntos de viaje. Nunca fuimos juntos a lavar el coche. Nunca estuvimos juntos en ninguna boda. Nunca nos dijimos “para siempre”, pero tampoco “hasta nunca”.
Yo siempre fui tu puerta abierta. Tu vida y tus arrugas de expresión. Tú fuiste mi último primer amor. Mi cara más bonita sin enojarse. Mi precipicio emocional.
Pero no recordemos nuestras carencias. No hagas que piense de nuevo en las vidas que podría haber vivido mientras esperaba a que la tuya arrancara. No me mires como lo haces, como si estuvieras delante mío ahora. Y no, tampoco me toques la mejilla como si fuera de cristal. Te aseguro que si no me había decepcionado ya, ahora es el momento.

Eran muy pesados mis zapatos pero me dolía más el corazón que la planta de los pies.

Distancia, Sentimientos del alma, Decepciones de la vida, Momentos de la vida, Instantes,
Cada día esperaba su llegada. Desde que entró en mi vida volví a morderme las uñas. Fue casi sin darme cuenta y no sabría decir cuándo ni por qué fue, pero de nuevo había caído en esa pequeña adicción. Y así, acompañada tan solo por el sonido de mis uñas entre los dientes, esperaba que pasaran los segundos sentada en el viejo banco de la estación del tren. No era una chica de arreglarme, más bien se podría decir que soy un poco desastre.

De manera que no me moví del banco en el que estaba. Sólo mis resentidas uñas podían saber cómo me encontraba en realidad. El sol se ocultó tras la estación del tren. Fue entonces, y sólo entonces cuando asumí la realidad; él no vendría.

Decepcionada y con la cabeza baja dirigí mis pasos hacia la puerta de salida. Cuando llegué a la estación me di cuenta que eran muy pesados mis zapatos pero me dolía más el corazón que la planta de los pies. Casi podía notar cómo el corazón me sangraba, y tan distraída estaba en eso que no me percaté de que alguien me seguía.

En la distancia había quien seguía cada uno de mis pasos, quien controlaba mis movimientos. Poco a poco fue ganando terreno, aproximándose a mí hasta casi poder tocarme. Si alargaba el brazo podría acariciarme, si yo frenase en seco no podría evitar el choque.

 Así me siguió durante un par de minutos hasta que no pudo contenerse más. Entonces se aproximó lentamente aprovechando que tuve que parar. Despacio, acercó sus labios a mi cuello. Al notarlo mi piel comenzó a levantarse inmediatamente.

Por un momento no supe si tenía que gritar, correr o dejarme llevar; fuera lo que fuese me tenía completamente paralizado el cuerpo sin poder reaccionar. Y del cuello a la oreja. Ahí dejó descansar sus labios y pronunció unas palabras. Tú también te mereces una sorpresa alguna vez, ¿no? Apenas podía creérmelo… era él! A quien había estado esperando en la estación!.

Nunca había esperado tanto algo como aquella vez, ese instante, esa voz y ese dulce tacto que me llegaba hasta el corazón. Después de unos segundo que me parecieron eternos, conseguí girarme y quedarme frente a él. Quién sabe, quizás todo fue mi imaginación o las ganas tan grandes que yo tenia de verle.

La Soledad nunca me abandono ni en la buenas ni las malas.

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   Desde niña conocí la soledad todo lo que me rodeaba me parecía que no era mi mundo. Ahora soy una mujer divorciada ya ni el desamor ni nada me han separado de ella (La Soledad), vivo con ella porque yo la hice parte de mi familia. Tal vez la vida que me toco vivir desde mi niñez hasta ahora, me han enseñado a conectarme y conocerla.
  Tres decepciones he tenido pero la verdad siento que la persona mas fiel es la ella, por que nunca me abandono ni en las buenas ni las malas, en mi vida estará siempre presente mi compañera y amiga la soledad.