Que tiene tiempo para sonreír, pedir perdón, repartir ternuras, compartir vivencias y tiene espacio para las emociones dentro de sí, emociones que fluyen naturalmente de adentro de su ser. La que ayuda, orienta, entiende, aconseja, busca la verdad y siempre quiere aprender, aunque sea de un niño, de un pobre, de un analfabeta.
Las de corazón desarmado, sin odio y pre-conceptos baratos, con mucho amor dentro de sí. La que se equivoca y lo reconoce, cae y se levanta, asimila los golpes, tomando lecciones de los errores y haciendo redimir sus lágrimas y sufrimientos. Me gusta mucho la gente así...