Soñar despiertos. Mirarnos cara a cara. Hablar sin pronunciar palabras. Besar sin usar los labios. Sentir como todo el deseo y la magia del mundo se está reuniendo a nuestro alrededor. Visitar otros mundos y otros sueños sólo con un chasquido de nuestros dedos. Ver el color de tu Aura. Sentir el roce de tus murmullos.
Estar seguros, absolutamente seguros. Asegurar que los sábados son púrpuras y las aves de color turquesa. Estremecernos con los pasos de todos esos duendes que rozan nuestra piel sin querer, intentando no molestar mientras construyen a nuestro alrededor esta pequeña burbuja.
Sentirnos sanos y a salvo. Perder el tiempo y recuperarlo junto a tus pestañas. Besos y retratos con pintura de dedos. Sentir tu piel y notar cómo se eriza el vello poco a poco. Aspirar el olor de esa nube que se forma entre tu cuerpo y el mío, esa que nos asegura que no hay nada más allá.
Sentirnos uno. Vivirnos uno. Crearnos en uno nuevo. Soplar momentos y establecernos juntos. Y después, mucho después de todo eso: ser conscientes de que tu y yo alguna vez conseguimos parar el tiempo.