Si desearamos en algún momento perder completamente la memoria y plegarnos por ejemplo a la frase "Comenzar de nuevo" ¿cuántas cosas no perderíamos? serían como aquellas cosas que se extravían accidentalmente en una mudanza y luego se extrañan. Perderíamos el calor del primer beso y la sensación de aquel amanecer que fue perfecto. La nostalgia por amores pasados y la inocencia con la que nos entregamos a lo desconocido esa primera vez.
Quedarían atrás los amigos que iban a ser eternos, las cartas que nos hicieron llorar, la primera o última vez que disfrutamos de algo pequeño, los brazos más cálidos, el día que pensamos que se iba a acabar el mundo, el dolor más inaguantable, la sonrisa más esperanzadora o incluso el nacimiento del sentimiento más puro.