Siempre se enciende una luz en medio de las tormentas.

 Esta entrada de hoy debería llamarse: "Sentimientos encontrados." Llegó a mi vida Jasón Jesús mi primer nieto. Sentimientos de felicidad y Dolor. Jasón estaba en camino en minutos yo podría ver su carita y empezar a contarle sus deditos y ver que todo su cuerpecito estaba perfecto. 

 Lo que no sabia era como Madre el dolor tan grande que sentiría por ver a mi hija tener un parto natural, escuchar sus gritos para traer su hijo al mundo y yo no podía hacer nada para ayudarla. 

"Felicidad y Dolor" "Y es que la Felicidad cuesta y hay dolores que tienen recompensa." Septiembre 12, 2013 a las 9:44 A.M. Nació Jasón Jesús Villa-Rey. Una vez escuche que: "Siempre se enciende una luz en medio de las tormentas" Cuando mi vida sentimental se había convertido en un desastre llego esta luz para decirme. Siempre hay un motivo para seguir.

!Lo necesitaba tanto como al oxígeno que ambos respiramos.!

 

Sus finos brazos abrazaron aún con más fuerza aquel cojín descosido. Era la quinta vez en esa semana que soñaba con él, y la décima que de sus ojos llovían lágrimas con su nombre y apellido. En mi calendario había una fecha marcada en rojo: el día en que volvería a verlo. Pero aún quedaba mucho para eso. Su confundida mente no alcanzaba a comprender por qué echaba de menos a alguien que me HABÍA DESPRECIADO TANTAS VECES.

Lo necesitaba tanto como al oxígeno que ambos respiramos. Se había enganchado a algo mejor que cualquier droga, mucho más adictivo. Buscaba sus besos, sus caricias, su olor, pero lo que no sabía era que mientras yo lloraba su ausencia, él ya no recordaba solo el nombre de aquella MUJER a quien había seducido hacía un par de semanas YO.

El paisaje es evocador, pero el cristal está sucio.

El paisaje es evocador, pero el cristal está sucio. Se puede ver, de vez en cuando, claro, pero no es lo mismo que ven lo demás. Hay manchas atravesadas que no dejan distinguir las aves, ciertos brillos, el río. Me muevo de un lado al otro y no logro la plenitud. Sé que todo está ahí, pero, simplemente, no puedo verlo. No es un cristal que esté incrustado en una pared, que esté incrustado en mi nariz o en mis ojos: es un cristal que llevo dentro de mí, no manipularle, extremadamente difícil de limpiar o quitar. Dondequiera que voy es la misma esclavitud, que comienza en mis ojos y parece no terminar más. He usado todo tipo de medicamentos, pero éstos no encuentran la enfermedad en ninguna parte de mi cuerpo. Al parecer, según los entendedores, debo comenzar por usar mis ojos, por querer abrirlos, pero dicen que, tal vez, cuando lo logre, ya no habrá paisaje.