Las palabras se las lleva el viento, aún así suelen ser armas muy peligrosas, devastadoras, insolentes, crueles, dañinas, nefastas.
Yo ya no quiero palabras, no quiero un “TE AMO” no quiero un “TE QUIERO” no quiero promesas, no quiero sueños, no quiero ilusiones, sólo quiero paz, tranquilidad, serenidad.
Ojala hubieras sido mi caballero andante que se aventura y enfrenta toda clase de peligros para salvar a su princesa, pero no, debió ser por que yo no soy una princesa.
Las palabras duelen, más que puñaladas, más que piquetes de alacranes, más que la mordedura de una serpiente, más que la muerte, más que la tortura más cruel, ya no quiero palabras, les temo, ya no quiero promesas.
El futuro no existe, ya no quiero mentiras, no soportaría de nuevo tener que arrancarme un pedazo de corazón putrefacto, solo quiero vivir en paz lo que me queda de vida.