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Le creí todas las mentiras al futuro que no llegó.
Cuando estemos muertos pensaré que siempre lo supe: que cualquier cosa llegaría antes, mucho antes, de que fuéramos valientes, de que fuéramos distantes.
Cuando estemos muertos sabré que ya es tarde, que el error no estaba en ser nostálgicos o fatalistas, sino en haberle creído todas las mentiras al futuro que no llegó.
Existen relaciones que no tienen segunda oportunidad.
Por más que el dedo lo intente ya no hay más páginas para pasar. Y todo acaba ahí. Suspiras profundo porque te encantó mientras leías. Porque sentiste cosas que jamás habías sentido con otros libros. Pero de vuelta a la realidad el punto y final te oprime el pecho. Te hace daño. Y el nudo en la garganta aparece sin querer. No se puede hacer nada.
Terminaste de leer. Sabes que llegó el fin. Y el autor dijo que no habría segunda parte. Que esa historia no tendría continuación. Ahora lo único que queda es dejar el libro en la estantería. Olvidar la historia y comenzar a leer otras. Existen relaciones que no tienen segunda oportunidad.
Con los recuerdos no se sale a tomar café 🍵 ni se va de tiendas. Los recuerdos no fuman cigarrillos 🚬 ni comen chucherías.
Que un recuerdo está destinado a morir.
Que tarde o temprano otro ocuparía su lugar.
Y no, no quería ser un recuerdo.
Un estúpido recuerdo.
Los recuerdos no se tocan ni se besan.
No se puede hablar con los recuerdos, ni bromear con ellos.
Con los recuerdos no se sale a tomar café 🍵 ni se va de tiendas.
Los recuerdos no fuman cigarrillos 🚬 ni comen chucherías.
Los recuerdos no hacen nada, por eso se convierten en nada.
Decidí que no quiero ser su estúpido recuerdo,
porque terminan siendo sólo chispas de un pasado
que quisieran conectarse con el presente.
Me despediré de todos mis recuerdos. Y comenzaré a andar. Por otros caminos, donde no pueda encontrarme contigo.
Y comenzaré a andar. Por otros caminos, donde no pueda encontrarme contigo. Escapar es en lo único que pienso ahora. Huir como un hábil ratón. Porque cuando la batalla está perdida, solo los que huyen pueden combatir en otra...
Revolver el pasado es sentirme estúpida por las decisiones que no-tomé. Es darme cuenta que las cosas podrían ser distintas si hubiera actuado diferente.
Revolver el pasado es sentirme estúpida por las decisiones que no-tomé. Es darme cuenta que las cosas podrían ser distintas si hubiera actuado diferente. Es aumentar mi odio y restar autoestima. Es saber que no puedo retroceder, porque el botón de rebobinar en realidad nunca existió. Revolver el pasado es algo que no debería hacer, pero tengo botones que quedaron sin coser.
Es sorprenderme de que las cosas se dan vuelta constantemente. Es sentir que esto jamás va a terminar y no saber que hacer para no soltar ni una patética lágrima más. Creeme, pensar en el pasado es asumir el tamaño del vació. Es convertirme de nuevo, como dijo un amigo en esa cosa boluda y llorona que siempre temí volver a ser.
Honestamente, me canso de mi misma. No quiero tener tiempo para caer como siempre. Y tan irónico es todo, que esta vez fui yo la que pedí vacaciones, pero que más da, Papá Noel no existe y mis deseos jamás fueron ordenes.
No puedo evitarlo, sólo siento un constante hilo de agua salada que se esparce por mis mejillas.
Te extrañaré, y no quiero ni puedo evitarlo, porque eres tú quien me da la armonía necesaria para caminar, para dar un respiro, para sentir los latidos, para mirar a un espacio sin vida e inventar una propia.
Te amo. ¿Qué tan difícil es de entenderlo? Si eres tú quien me presta un poco de energía, eres tú quien se preocupa de que yo viva, eres tú, sólo tú, quien sabrá hacerme sonreír.
En su calendario había una fecha marcada en rojo: El día en que volvería a verlo.
Su confundida mente no alcanzaba a comprender por qué echaba de menos a alguien por quien había llorado, hacía exactamente catorce días. Lo necesitaba tanto como al oxígeno que ambos respiraban. Se había enganchado a algo mejor que cualquier droga, mucho más adictivo.
Buscaba sus besos, sus caricias, su olor. Pero lo que no sabía era, que mientras ella lloraba su ausencia, él ya no recordaba el nombre de aquella chica rubia de ojos verdes a quien había hecho llorar hacía un par de semanas.
Siempre es preferible estar, que ser un suspiro incoloro en el mantel del universo.
para desahogarnos y gritar lo que nos ahoga y nos hace daño.
Siempre es preferible estar, que ser un suspiro incoloro en el mantel del universo. ¡Cuántas cosas les diría si supiera escribir!
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