Suele decirse con el ánimo de estimular a la otra persona para que le de un giro a su vida y animarla a que se olvide de las experiencias desagradables. No tengo ninguna duda de que casi siempre se invoca esta expresión con buenos fines y mejores intenciones. Pero en el simple hecho de pasar página, te puedes encontrar con que esa hoja que parece a simple vista tan inofensiva y delicada, se convierta en el filo de una cuchilla tan fina y afilada que sea capaz de desgarrar el tejido de la piel con solo rozarla.
En ese preciso instante tenemos que pararnos a la lavar y desinfectar la herida, a curarla, para luego vendarla , mientras vamos tirando del carro de la vida. Ya nada será igual que antes, porque cada gesto repercutirá en esa herida, y algo tan simple como sentarnos a la mesa, coger la cuchara y ponernos a comer, nos recordará que tenemos una herida y si tropezamos la misma nos dolerá de nuevo.