Y sigo andando por el camino. Dejo que me lleven mis pies. Me voy fijando en todo, en los árboles, el suelo y el cielo, en los pájaros. En el horizonte diviso algo, no sé exactamente qué es, está lejos, pero me siento atraída.
Agudizo la vista y creo distinguir la silueta de una persona, pero no estoy segura, está muy lejos.
Sin saber cómo empiezo a darme cuenta de que ahí está todo lo que quiero, todos mis sueños,
mis metas, mis objetivos, lo que quiero ser, el mayor de mis éxitos, todo lo que necesito.
Sin dudar un segundo comienzo a caminar hacia allí. Al cabo de un rato tropiezo con una piedra y caigo. Da igual, me levanto y sigo andando. El camino comienza a convertirse en cuesta, pero no importa, cada vez queda menos.
De repente me encuentro una valla, dudo unos instantes pero decido saltarla y continuar caminando. Estoy cansada, aún así sigo. Una zanja, no pasa nada, se salta; cojo impulso y llego al otro lado. Camino durante horas, sin ningún incidente que destacar.
Cada vez lo veo más cerca, ahora sí, estoy segura, es una persona aunque aún no distingo sus rasgos pero estoy cerca, y es lo único que importa. Impaciente echo a correr sorprendida de encontrar el camino tan despejado. Pero me detiene un abismo. Tardo días pero logro cruzarlo, emocionada.
Y llego, llego y le alcanzo consiguiendo todo aquello con lo que soñé, mis metas, mi felicidad.
Si tienes solamente un fósforo en la mano, el último de la cajita, y tiene miedo de prenderlo, no tenga miedo. Es en esa actitud que una gran chimenea será encendida e iluminará su túnel de problemas considerados insolubles. Por que todos sabemos "Siempre hay una luz al final del túnel".