Nos movíamos al ritmo de la música. Una, dos, siete, noventa; las canciones pasaban tan rápido como el nivel de la botella de ginebra bajaba. Quizás nos caímos, uno o dos cuadros romperíamos. Estábamos solos.
Te mentiría si te dijera que no me enamoré de ti, estábamos jugando a un juego en el que utilizar el corazón era trampa. Por suerte ninguno de los dos fue descalificado. "No quiero hacerte daño, no me hago responsable", me advertías.
Dices que no tienes corazón, que los sentimientos para ti no existen, que alguien se los llevó hace tiempo y se le olvidó devolvértelos. Que ahora tu lema es eso de "Wild hearts can't be broken", que besar sin amor te viene bien.
Aunque quizás lo que no todo el mundo sepa es que en el fondo deseas sentir algo por alguien, que te has cansado de besar moviendo los labios descompasados del corazón. Y ahora te comportas igual con el resto. Distante y frío. Que ya nada es igual.
¿Dónde estás? Te busco y no te encuentro. Me duele, me parte en dos. El que fue mi todo, que ahora ya no es nada. Mi risa, mis ganas de ir y buscarlo. Era amor, yo estaba rota.