Somos nosotros los que nos entregamos en una sonrisa, en una mirada, en un silencio, en un abrazo, los que nos dejamos sorprender y sorprendemos, los que nos dejamos descubrir y descubrimos, somos nosotros los de siempre y los que acabamos de nacer, los que encerramos toda la sabiduría del mundo y toda su ingenuidad, y yo me siento feliz por tan bella entrega. Sentir, sentir, sentir, sin miedo, porque el miedo se fue al sentirse derrotado tal y como la vida le enseñó, y algunos guerreros valientes somos capaces de ganarle cuando él ya sueña en la victoria.
Con los ojos abiertos, con la sonrisa abierta, con la piel abierta, con el corazón y el alma bailando en una balada donde la música no necesita de violines para sonar sublime en nuestros oídos y donde ni siquiera se necesita seguir el ritmo para sentir que estás bailando con el alma entre los brazos.
A veces solo a veces la realidad puede ser más bella que lo imaginado y entonces rompes el silencio sin necesidad de palabras y sigues sonriendo y bailando sin moverte del sitio y sientes que sientes y sentir te hace feliz. Y echas de menos un abrazo y un beso incluso antes de que se hayan separado de tu piel. Y sabes que la vida puede estar llena de momentos perfectos solo tienes que dejarte fluir, solo eso.