Congelar un instante mientras lo vivo, para evitar que pase a formar parte de mi lista de recuerdos, es algo así como detener el tiempo, darle calor, convertirme en minuto, jugar entre su minutero, a ser infinita. Nadie puede cambiar su historia, pero sí la manera en que experimenta de nuevo lo vivido.
Quizás por eso, hoy esa imagen me expresa tanto, porque a veces hay momentos, en que por su interminable calidez, permanecen siempre en mí y el paso del tiempo no los deteriora, sencillamente han pasado a ser yo.
Y llegada a esa última reflexión, me doy cuenta, de que ya no necesito congelar ni tan solo un minuto, porque eso que soy, existirá siempre, incluso en el instante, en que la palabra "siempre", pierda su significado, algo de ese siempre, seguirá permaneciendo en mí.