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El alma descansa cuando echa sus lágrimas; y el dolor se satisface con su llanto.
Desahogar, colocar hacia fuera lo que angustia nuestro interior, o lo que le da alegría, es un ejercicio precioso. Un hábito saludable. Decir a alguien cuanto amamos, cuando este sentimiento surgiera en nuestro corazón incluso sin un motivo especial será siempre una forma de fortalecimiento de lazos. El alma descansa cuando echa sus lágrimas; y el dolor se satisface con su llanto.
Ojalá pase algo que te borre de pronto.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto para no verte siempre en todos los segundos en todas las visiones. Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones. Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda. Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz. Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado. Ojalá que el deseo se vaya tras de ti a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Ojalá se te acabe la mirada constante la palabra precisa la sonrisa perfecta. Ojalá pase algo que te borre de pronto, una luz cegadora un disparo de nieve. Ojalá por lo menos que me lleve la muerte para no verte tanto para no verte siempre en todos los segundos en todas las visiones. Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
No, a 👉el no lo extraño, solo lo que era yo cuando el estaba conmigo.
Necesito la pasión de un cuerpo, el calor de unas manos que me abracen, unos ojos donde vea el reflejo de mi cuerpo desnudo, !extraño tantas noches de intimidad! ese cosquilleo en el estómago, esa extraña sensación en el corazón. !!Dios, esos pequeños detalles que ya nadie tiene conmigo. Necesito amar y ser amada. No, a 👉el no lo extraño, solo lo que era yo cuando el estaba conmigo.
¡¿Has escuchado un susurro entre el crujido de las hojas? ¿O te ha besado un solitario copo de nieve?. ¿Sabías, que La naturaleza es el escondite favorito de un ángel?!
El mundo es un lugar hermoso, y últimamente, mucha gente no puede pensar que sea así con todo lo que ocurre, pero tomate el tiempo para apreciar la belleza a tu alrededor en una hermosa flor, un arco iris después de una ducha de lluvia, una hermosa puesta de sol o un amanecer; cuanto más se aprecias la belleza a tu alrededor, más apreciaras la vida.
Cuando el amor se va…. ¿Por qué duele tanto?
Cuando no te sientes correspondido. Cuando te deja un gran vació. Cuando sientes que tu alma se aleja. Cuando tu corazón deja de latir. Cuando nada a tu alrededor te llena.
Cuando todo parece nada. Cuando la distancia es inevitable. Cuando el amor se va. ¿Por qué duele tanto? ¿ Como saberlo? Dios como duele.
Hay sucesos en la vida que te marcan para siempre.
Hay sucesos en la vida que te marcan para siempre y supongo que lo que ocurrió aquel día me afectará siempre. Todavía no puedo hablar del tema, ni siquiera me atrevo a escribirlo, clara señal de que lidiar con todo eso no me resulta sencillo.
Sentada frente a la ventana, intento desvelar misterios que en realidad no quiero descubrir. Sé que hay lugares de la mente que no deben visitarse. Entonces me distrae un pequeño gorrión posado en el paraíso de mi vereda, y observo sus desplazamientos de rama en rama, mientras pregunto por millonésima vez ¿Cómo seguir? ¿Cómo hacer para reiniciar el vuelo?
Estar a su lado es burlar la muerte.
Un hombre con los ojos del color del tiempo, con un fulgor en la mirada que me provoca el deseo incontenible de mirarlo también a los ojos, disfrutando una lucha de colores y pupilas que se encuentran y se afrontan, se pelean y combaten para ver quién cede primero, acercándose y dilatándose al extremo, buscando el reflejo cada uno en el espejo del otro.
Y es color del tiempo el que se impone, dejándome quebrada, ciega y mirado hacia un costado, como pidiendo permiso para mirar y perdón por haber mirado. Saberlo cerca es sentirlo fuerte. Y estar a su lado es burlar la muerte.
Noches llena de desvelos.
Soñé que era feliz…
Como cada noche, desde hace unas cuantas noches, vencida por el sueño y tropezando con las puertas que me negaban el camino a la cama, llegué, por fin, sana y salva a mi dulce lecho.
Y como cada noche, desde hace unas cuantas noches, me dejé abrazar por el silencio, acariciar por las sábanas y comencé a sentir ese maravilloso estado de sueño en el que, no se sabe muy bien por qué, uno solo quiere dejarse llevar.
Y entonces, esa noche, como cada noche desde hace unas cuantas, comencé a soñar… Aunque esta vez el sueño era diferente al que había tenido cada noche desde hacia unas cuantas, era un sueño en el que me sentía feliz… Y de repente, y como por un extraño encantamiento, todos mis problemas habían desaparecido: me sentía bien, alegre, ligera, contenta, feliz.
Miraba a mi alrededor y solo veía campo, pero era un campo cortado, limpio, con un camino sinuoso que no tortuoso limitado por bancos de madera, por bancos que uno quisiera habitar.
Y de repente quise sentarme en uno de esos bancos, si, solo quiero quedarme allí y ver pasar la vida, sentir el aire, y la luz, y el sol y respirar y oler a hierba húmeda y a mar, y a hierbabuena y a tomillo quería quedarme allí.
Pero ocurrió algo extraño no supe bien por qué, el camino, ese camino que llevaba al mar me llamaba como un canto de sirenas, me hacia llegar hacia un lugar donde los girasoles llegaban hasta el final del horizonte, donde se escuchaba música y donde quería quedarme si en la ladera de una colina, un hombre tocaba la guitarra, y era un sonido conocido, era una canción conocida y era una voz conocida y yo quería quedarme allí, con él, escuchando esa música, sintiéndome bien quería cantar, gritarle al mundo que me sentía bien que era feliz.
Pero tampoco pude hacerlo no podía dejar de andar mis pasos me llevaban, uno tras otro, al mar, al horizonte, allí donde el olor era diferente, el aroma era azul inmenso, era tan fuerte que casi me impedía respirar y allí, al final del camino estaba mi casa una casa que me resultaba tremendamente familiar, cálida, acogedora una casa que olía a pan recién hecho y que me hacía sentir bien un lugar donde pareciera que hubiera vivido mil años ya.
Y allí, en el porche de mi casa, sentada en un balancín, mirando el mar, sintiendo el aire y el sol, relajada, tranquila, contenta, sentí que un hombre me abrazaba y quise esconderme entre sus brazos, oler su aroma, sentirme pequeña, niña, tranquila, protegida, feliz y así, en un balancín orientado al norte, en una casa pintada de color lavanda, abrazada por un hombre que me hacía sentirme bien, Soñé que era feliz.
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