Las palabras se ahogan en la desesperación; porque el dolor busca ser compartido pero no quiere ser aliviado. Y la convulsión transforma el ahora en el ayer, y el mañana en agonía. No sabemos esquivarlo, no podemos ignorarlo y no queremos aceptarlo. Por eso, si un día a las tres de la madrugada tienes ganas de dar los buenos días, no esperes a que amanezca.
Si una noche el teléfono te despierta, no dejes de contestarlo. No renuncies a un paseo porque esté lloviendo, a encender un fuego porque sea verano o a un momento porque haga frío. Porque no hay nunca un instante mejor que el ahora, ni un tiempo más cierto que el presente. Y ahora, estamos, aquí. Y hoy, mi cielo se cubre de lágrimas.
(Esta presentación de PowerPoint me la regalo Ester espero les guste.)
La vida es frágil. (Gracias Ester por el regalito)
La vida es frágil. (Gracias Ester por el regalito)