Tengo en el corazón el temblor del momento y en los pies la incertidumbre de cada día.
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¡Hubo tardes en que la arena fue un buen soporte a mis dolores y también a mis alegrías.!
Miró por última vez el atardecer. La tenue luz del sol ocultándose bajo el mar, se reflejaba en sus ojos. Sabía que esa sería la última vez, dentro de mucho tiempo, en que vería al sol en el mar. Porque allí a donde se marchaba, no había mar; no frente a sus ojos todo el día. Era una buena idea: realmente nunca le había gustado el mar.
Quiso besar la arena, que se escurriese por sus manos, porque de cierto modo también la extrañaría, aunque no le gustaba para nada. Hubo tardes en que la arena fue un buen soporte a sus dolores y también a sus alegrías. Hubo tardes en que la arena aguanto sus pisadas alocadas, porque corría al agua y volvía, corría y escapaba otra vez. El mar había sido bueno con ella, y eso lo podía valorar.
Cerró los ojos y se imagino en aquel lugar. Aquel lugar que necesitaba, que deseaba con todas sus fuerzas. En alguna parte, alguna vez, había leído que la tele-transportación consistía en cerrar los ojos e imaginar el lugar que añorabas, y desearlo con todo tu corazón. Y eso era lo que ella hacía desde que se había separado desde ese lugar, todos los días, a toda hora.
Inhaló. Dejó que esa brisa se apoderara por última vez de sus pulmones. Ese aroma a mar; a peces, a sal. Ni siquiera ahora, que se estaba marchando, le bajaba la melancolía. Ni siquiera ahora, sentía que extrañaría todo aquello.
Observó todo. El mar, los edificios, la gente, los autos, las gaviotas. Desde entonces todo sería mejor. Se rió con fuerzas. Sonrió luego al cielo azul, se dio media vuelta tratando de que el viento no la despeinara por completo, y corrió lo más rápido que pudo hacia las rocas. Abrochó su cinturón de seguridad y miró por última vez todo lo que abandonaba. ¡Y era cierto, a veces tenías que marcharte de un lugar para saber que perteneces a él.! Ella estaba volviendo a donde pertenecía.
Quiso besar la arena, que se escurriese por sus manos, porque de cierto modo también la extrañaría, aunque no le gustaba para nada. Hubo tardes en que la arena fue un buen soporte a sus dolores y también a sus alegrías. Hubo tardes en que la arena aguanto sus pisadas alocadas, porque corría al agua y volvía, corría y escapaba otra vez. El mar había sido bueno con ella, y eso lo podía valorar.
Cerró los ojos y se imagino en aquel lugar. Aquel lugar que necesitaba, que deseaba con todas sus fuerzas. En alguna parte, alguna vez, había leído que la tele-transportación consistía en cerrar los ojos e imaginar el lugar que añorabas, y desearlo con todo tu corazón. Y eso era lo que ella hacía desde que se había separado desde ese lugar, todos los días, a toda hora.
Inhaló. Dejó que esa brisa se apoderara por última vez de sus pulmones. Ese aroma a mar; a peces, a sal. Ni siquiera ahora, que se estaba marchando, le bajaba la melancolía. Ni siquiera ahora, sentía que extrañaría todo aquello.
Observó todo. El mar, los edificios, la gente, los autos, las gaviotas. Desde entonces todo sería mejor. Se rió con fuerzas. Sonrió luego al cielo azul, se dio media vuelta tratando de que el viento no la despeinara por completo, y corrió lo más rápido que pudo hacia las rocas. Abrochó su cinturón de seguridad y miró por última vez todo lo que abandonaba. ¡Y era cierto, a veces tenías que marcharte de un lugar para saber que perteneces a él.! Ella estaba volviendo a donde pertenecía.
Soy la mejor dama maldita que ha existido.
Yo adoro los papeles de perra malvada. Hay un pedazo de perra en cada mujer.
Mucha gente me conoce, excepto yo misma. Me gustaría que alguien me hablase de mi.
No creo que vuelva a casarme, a no ser que encuentre a un hombre que tenga quince millones de dólares, que esté dispuesto a darme la mitad antes de la boda y que me garantice que se morirá un año después de la boda.
“Las mujeres fuertes sólo se casan con hombres débiles”
¡Después de muchos palos he aprendido que el miedo no se vence pensando, si no actuando.!
La verdad, me da igual. Soy sincera conmigo misma, nunca me engaño, porque engañarme no me va a llevar a ninguna parte.
Puedo cogerte de la mano y llevarte a donde tú quieras, y sabes que no te vas a arrepentir.
Puedo cogerte de la mano y llevarte a donde tú quieras, y sabes que no te vas a arrepentir.
Puedo contar el chiste más malo de la historia y hacerte reír, al darme cuenta de lo malo que es. Puedo ser y hacer muchas cosas. Puedo romper el hielo, o simplemente dejarlo derretir. Pero hay algo que nunca voy a hacer y es quedarme de brazos cruzados. Porque ¡Después de muchos palos he aprendido que el miedo no se vence pensando, sino actuando.!⏪
La vida es tan solo un instante construido por instantes.
El tiempo transcurre inexorable y cada vez a mayor velocidad y no quiero malgastarlo desalentando por ello, ya que el tiempo seguirá transcurriendo inexorablemente y cada vez a mayor velocidad. Elijo, pues, abrir mis ojos y exprimir cada instante que la vida me regala.
No quiero malgastar el tesoro de la vida, acumulando tiempo muerto en la biografía de mi alma cuando todavía sigo viva. ¡Claro que sé que el tiempo se agota! Y así empezó siendo desde el mismo día en que nací, así era cuando construía mis castillos en la playa, así cuando me enamoré tantas veces, así cuando trazaba tantos planes de futuro desde aquella atropellada juventud que brotaba por cada poro de mi piel. Pero entonces no me planteaba que el tiempo pasa rápido, sino que vivía como si todo fuera para siempre.
Y, sin embargo, el tiempo podría haberse esfumado detrás de cualquier risa, de cualquier pupitre, de cualquier castillo de arena junto al mar. Pero no era consciente de ello, tan solo, era consciente de cada momento que vivía. Me gusta mirar hacia atrás de vez en cuando, porque mi experiencia vital es mi mayor erario para seguir caminando y, de tanto en tanto, está bien refrescar la memoria y recolocar las cosas. Pero no quiero anclarme en el pasado que tanto me dio y tanto me enseñó, sino apoyarme en él para tomar impulso desde donde estoy.
Vivir el presente, sin tiempo, sin esperar mucho más del futuro que lo que nos aguarda en el instante siguiente. Evidentemente, no puedo evitar ir siempre un paso más allá; no puedo evitar hacer planes para futuros un tanto más lejanos, pero intento que esos proyectos jamás se conviertan en una venda alrededor de mis ojos que me impida ser consciente del momento presente.
No sé por cuantos instantes permaneceré aquí, pero pienso vivir cada uno de ellos. Y no quiero vivirlos como si fueran el último, eso jamás. Quiero vivir cada uno como si fuera el que es, el de ahora, el de este momento. Si pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, o paso mis días haciendo planes para un futuro que ni siquiera sé si llegará, me pierdo la magia de este tiempo en el que cada día amanezco a la vida nuevamente. Lo mejor está por llegar... tal vez. Aunque creo que lo mejor es, sencillamente, ser consciente de mi Ahora.
No quiero desperdiciar mi tiempo pensando en que se me acaba. La vida es tan solo un instante construido por instantes cotidianos. Y en ese momento fugaz, hasta caben los sueños. Por eso, labro cada uno de esos momentos con un sueño en la mirada, sabiendo que, de hacerse realidad, será también instante a instante, con cada parpadeo, y desde el presente. Eso aprendí. Y no quiero ser tan estúpida como para olvidarlo.
Y esperabas que yo estuviese disponible, pero ahora guardo todo mi amor para alguien que si me amará.
Hubiese cambiado ese estúpido cerrojo hubiese hecho que me dejaras mi llave. Si por un solo segundo hubiese sabido que volverías para molestarme. Vete ahora, vete, sal por la puerta date media vuelta ahora. Porque ya no eres bienvenido aquí.
¿Acaso no fuiste tú quien intentó herirme al decir adiós? Pensaste que me desmoronaría. Pensaste que caería y moriría yo sobreviviré y mientras sepa amar sé que seguiré viva. Tengo toda mi vida por vivir tengo todo mi amor para dar y sobreviviré.
Necesité de toda la fuerza que tenía para no quebrarme. Seguí esforzándome para tratar de arreglar las piezas de mi roto corazón y pasé tantas, tantas noches solo sintiendo lástima por mi misma y solía llorar.
Pero ahora camino con la frente en alto y cuando me ves, ves a alguien nuevo, ya no soy esa pequeña persona encadenada y aún enamorada de ti, te pareció bien simplemente aparecerte. Y esperabas que yo estuviese disponible, pero ahora guardo todo mi amor para alguien que si me amará.
¡Cada instante es único!
¿Sera que estoy lenta para reaccionar o que el tiempo se me pasa rápido? Quién sabe. Tengo que reflexionar sobre el valor del tiempo y la necesidad de aprovecharlo. ¡Cada instante es único!
Y como cada triste mañana, con mi corazón herido y el miedo por delante ¿me pregunto si alguien me extrañara mañana?.
Tal vez ya no vuelva a perder un suspiro, una lágrima, de esas que regalo y nunca me quedo. ¿Si muero mañana? No cerrare los ojos si estos no se abren, no me dejare caer si mi cuerpo queda frío e inerte, no diré tengo miedo por orgullo.
¿Quedare inmortalizada en recuerdos? ¿U olvidada al momento? ¿Seré borrada de este mundo? ¿O añorada por todos? Que falsa mi sonrisa blanca, que mentirosos mis ojos secos, y mi alma que llora en silencio.
Y como cada triste mañana, con mi corazón herido y el miedo por delante ¿me pregunto si alguien me extrañara mañana?.
No hay mas opciones que vivir, seguir, creer, no perder la esperanza de que vendrán tiempos mejores.
No hay mas opciones que vivir, seguir, creer, no perder la esperanza de que vendrán tiempos mejores que compensarán las luchas que hemos asumido con fuerza, sin renegar por todo, sin rendirnos, sin renunciar.
Prefiero maltratar a mi hígado antes que a mi ya destrozado corazón.
Me doy cuenta de que pocas veces antes había sido tan feliz. Pienso, hago trabajar a mi cerebro, las botellas de tequila no le hacen bien. Ahora pruebo con el corazón. Enamorarse no sirve de nada, excepto para sufrir.
Solo un tipo de entre un millón merece la pena, y resulta que en el 99% de los casos, ya está cogido. Dejando a un lado la estadística y volviendo al mundo real, encontrar a un hombre por el que merezca la pena arriesgar es algo muy difícil.
Y difícil no es sinónimo de imposible, pero, mientras tanto, yo sigo ahogando mis penas en el cielo, ese que tanto ansiamos rozar con la yema de los dedos. Solo que yo utilizo el tequila, limón y sal. Prefiero maltratar a mi hígado antes que a mi ya destrozado corazón.
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