La vida es frágil. Irrumpe, nos bandea de un lado a otro, nos acerca y nos separa. Nos atrapa, nos aísla. Nos sorprende, nos conquista, nos convence. Y, algunas veces, y sin previo aviso, nos golpea con violencia y de forma inesperada desaparece.
A nuestro lado, surge entonces, el silencio, el vacío. Las palabras se ahogan en la desesperación; porque el dolor busca ser compartido pero no quiere ser aliviado. Y la convulsión transforma el ahora en el ayer, y el mañana en agonía. No sabemos esquivarlo, no podemos ignorarlo y no queremos aceptarlo.
A nuestro lado, surge entonces, el silencio, el vacío. Las palabras se ahogan en la desesperación; porque el dolor busca ser compartido pero no quiere ser aliviado. Y la convulsión transforma el ahora en el ayer, y el mañana en agonía. No sabemos esquivarlo, no podemos ignorarlo y no queremos aceptarlo.
Por eso, si un día a las tres de la madrugada tienes ganas de dar los buenos días, no esperes a que amanezca. Si una noche el teléfono te despierta, no dejes de contestarlo. No renuncies a un paseo porque esté lloviendo, a encender un fuego porque sea verano o a un momento porque haga frío.
Me ha encantado tu entrada y si me lo permites la copio para hacer un Powerpoint, la he leído dos veces. Un abrazo guapa
ResponderEliminarSabes que todo lo que encuentres aqui es tuyo y de mis amigos blogueros. Disfrutalo y me pasas el enlace para ver como te quedo. Besos y feliz sabado.
ResponderEliminarHoy, que mañana puede ser tarde.
ResponderEliminarBesos dulces para tu noche.
te quiero
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